La libertad es una adicción, una enfermedad prácticamente incurable.
Sentir que nunca necesitas jefes, horarios, ordenes, parejas, guías y que nadie a tu alrededor tiene la posibilidad de disponer de tu tiempo - espacio proporciona una sensación de libertad infinita; en cambio, produce trastornos igual de graves: soledad, incomprensión, estrechez; el 'hombre libre' no tiene sentido de pertenencia y su perspectiva de la comunidad es diferente. La lectura semántica y semiótica que hace del mundo, es amplia y limitada a la vez, pero sobre todo discordante de los sentimientos del 'otro'.
Para colmo, como la libertad en esencia es un eufemismo, siempre genera otras dependencias invisibles, de las cuales es más difícil salir; a pesar de todo, la libertad genera la ilusión y alucinación de vivir una vida propia y no en función de los demás.