La plaza principal estaba casi desierta; los escasos transeuntes caminaban sin apuro y daba la sensación de que su lento paso, no les conducía a ninguna parte. De un costado, junto a la puerta de una despensa, ascendía una calida humareda que se difuminaba y dejaba un agradable aroma a carne asada, tortillas de viento... Allí compré unos buñuelos con miel y converse con las lugareñas:
-¿Bonito Calacalí, pero pocos visitantes, no?
-Y quien va a venir, si no hay nada que ver.
-¿Y el monumento a la Mitad del Mundo?
-La gente ya no llega acá, solo se queda en San Antonio de Pichincha. Son pocos los que vienen a pasear; ellos se enteran que aquí es bonito, tranquilo y se puede caminar sin preocupaciones.
Realmente debe ser así; la apariencia del pueblo da la sensación de que hasta las moscas vuelan con pereza y frío. El mayor albotoro se producía a la llegada y partida de los buses.
Una mujer vendía buñuelos, otra fritada y la tercera pinchos; todas diligentes en la palabra tomaban turno para comentar algo:
-Raro es que pase algo por aquí; aunque ahora como en todo lugar está peligroso, por acá también han llegado mala gente que está robando; pero poco será, el pueblo está atento y cuando les cojan, que Dios les libre.
-Camine nomás por aquí antes de que le agarre la lluvia, pero mejor vaya a la iglesía de atrás, está a dos calles de aquí y no tomará fotos a ese monumento de la 'Carlota Jaramillo'.
-Verdad es, esa mujer renegaba ser de Calacalí y decía que era de Loja, pero no es de allá; ella y toda la familia son de Calacalí, pero la fama creo que se le subió a la cabeza...
Los comentarios de estas mujeres, sobre la 'alondra quiteña' Carlota Jaramillo (cantante de pasillos de reconocimietno internacional), me hicieron pensar que en 'pueblo chico, bochinche grande'. Lentamente caminé a la iglesia recomendada.
Calacalí fue fundada como parroquia eclesiática por Federico González en 1572. Sobre su nombre no hay acuerdo, para unos se debe a las minas de cal circundantes, mientras que para otros el nombre se deriba de las tribus calas - calas, que habitaron la zona. La producción de Calacalí se fundamenta en la agricultura y ganadería y hoy las autoridades intentan recuperar en su gente la habilidad para la taracea, el bordado, la talla en madera y la forja de acero.
La historia de Calacalí no difiere mucho de la del resto de parroquias rurales; La gente joven sale a Quito principalmente por estudio; muchos no regresan o lo hacen solo para visitar a sus mayores. En la puerta de la iglesia me encontró 'Cajas', un nonagenario campesino de piel curtida, ojos diminutos y barba blanca al estilo shaolin; con paso ligero para su edad, me dio alcance en las gradas y me abordó:
-mmnnmmcmnnsmk.
Debo reconocer que al principio no le entendí nada, su hablar era rápido pero inintelegible; me tomó por sorpresa. Más pausadamente replico:
-Tiene algo para comer, en mi casa no hay nada; sali a buscar algo, pero tampoco encuentro. Si no tiene comida, entonces ¿tendrá unas moneditas?, alguna cosa que ya voy de regreso y todavía falta largo...
Si, tomado por sorpresa y golpeado por segunda vez en menos de cinco minutos. La miseria de 'Cajas'; la falta de apoyo y cuidado a los ancianos es evidente, no solo en Calacalí sino en el país completo.
La sordera de 'Cajas' hacía que yo repitiera mis preguntas tres veces; sus respuestas eran un silencioso grito al viento. Al final pensé: 'Cajas' es Calacalí, Calacalí es 'Cajas'; un pueblo anciano o un anciano pueblo que espera el asilo de sus hijos.
Después de algún tiempo de plática, retorné por mis pasos, a la estacion de bus. Allí se quedó 'Cajas' caminando por medio de la plaza, con toda su ropa puesta para evitar el frío; allí se quedó Calacalí en medio de la bruma y la garúa de la tarde.
-¿Bonito Calacalí, pero pocos visitantes, no?
-Y quien va a venir, si no hay nada que ver.
-¿Y el monumento a la Mitad del Mundo?
-La gente ya no llega acá, solo se queda en San Antonio de Pichincha. Son pocos los que vienen a pasear; ellos se enteran que aquí es bonito, tranquilo y se puede caminar sin preocupaciones.
Realmente debe ser así; la apariencia del pueblo da la sensación de que hasta las moscas vuelan con pereza y frío. El mayor albotoro se producía a la llegada y partida de los buses.
Una mujer vendía buñuelos, otra fritada y la tercera pinchos; todas diligentes en la palabra tomaban turno para comentar algo:
-Raro es que pase algo por aquí; aunque ahora como en todo lugar está peligroso, por acá también han llegado mala gente que está robando; pero poco será, el pueblo está atento y cuando les cojan, que Dios les libre.
-Camine nomás por aquí antes de que le agarre la lluvia, pero mejor vaya a la iglesía de atrás, está a dos calles de aquí y no tomará fotos a ese monumento de la 'Carlota Jaramillo'.
-Verdad es, esa mujer renegaba ser de Calacalí y decía que era de Loja, pero no es de allá; ella y toda la familia son de Calacalí, pero la fama creo que se le subió a la cabeza...
Los comentarios de estas mujeres, sobre la 'alondra quiteña' Carlota Jaramillo (cantante de pasillos de reconocimietno internacional), me hicieron pensar que en 'pueblo chico, bochinche grande'. Lentamente caminé a la iglesia recomendada.
Calacalí fue fundada como parroquia eclesiática por Federico González en 1572. Sobre su nombre no hay acuerdo, para unos se debe a las minas de cal circundantes, mientras que para otros el nombre se deriba de las tribus calas - calas, que habitaron la zona. La producción de Calacalí se fundamenta en la agricultura y ganadería y hoy las autoridades intentan recuperar en su gente la habilidad para la taracea, el bordado, la talla en madera y la forja de acero.
La historia de Calacalí no difiere mucho de la del resto de parroquias rurales; La gente joven sale a Quito principalmente por estudio; muchos no regresan o lo hacen solo para visitar a sus mayores. En la puerta de la iglesia me encontró 'Cajas', un nonagenario campesino de piel curtida, ojos diminutos y barba blanca al estilo shaolin; con paso ligero para su edad, me dio alcance en las gradas y me abordó:
-mmnnmmcmnnsmk.
Debo reconocer que al principio no le entendí nada, su hablar era rápido pero inintelegible; me tomó por sorpresa. Más pausadamente replico:
-Tiene algo para comer, en mi casa no hay nada; sali a buscar algo, pero tampoco encuentro. Si no tiene comida, entonces ¿tendrá unas moneditas?, alguna cosa que ya voy de regreso y todavía falta largo...
Si, tomado por sorpresa y golpeado por segunda vez en menos de cinco minutos. La miseria de 'Cajas'; la falta de apoyo y cuidado a los ancianos es evidente, no solo en Calacalí sino en el país completo.
La sordera de 'Cajas' hacía que yo repitiera mis preguntas tres veces; sus respuestas eran un silencioso grito al viento. Al final pensé: 'Cajas' es Calacalí, Calacalí es 'Cajas'; un pueblo anciano o un anciano pueblo que espera el asilo de sus hijos.
Después de algún tiempo de plática, retorné por mis pasos, a la estacion de bus. Allí se quedó 'Cajas' caminando por medio de la plaza, con toda su ropa puesta para evitar el frío; allí se quedó Calacalí en medio de la bruma y la garúa de la tarde.