Es verdad, las últimas y presentes generaciones de ecuatorianos, conocen algo del triunfo. Hemos participado en campeonatos mundiales de fútbol, hemos obtenido medallas olímpicas, hemos arñado uno que otro reconocimento internacional y estos logros en cierta medida han mejorado nuestra estima.
Puertas adentro es otra cosa. Nos acercamos a los treinta años de vida democrática (después de la dictadura militar) y la sitaución no es una maravilla; nuestros líderes casi han pasado de presidentes a presidiarios en un abrir y cerrar de ojos; y la situación para la mayoría de ecuatorianos no ha mejorado mucho.
En los últimos diez años el Palacio de Carondelet, no ha sido más que una casa de muñecas, en la que los presidentes han mostrado sus mejores artimañas para la política. Desde allí y en colaboración (involuntaria o no), con los medios de comunicación, han generado un circo mediático que no informa, ni educa, pero entretiene. En este lapso manifestaciones, paros y huelgas han sido el entremes diario.
Para muchos teóricos, analístas, polítólogos y demás, el asunto se reducía a ingobernabilidad del país; olvidaban que un pueblo mal comido, difícilmente puede acatar cualquier tipo de normativa. El presidente Correa aprovechando las debilidades del sistema económico - jurídico - político cuasi neoliberal, hizo (o intenta hacer), lo que cualquiera en su lugar haría: captar todas las instancias de poder y decisión que le permitan completar su periodo y posiblemente mejorar la situación del Ecuador. Hasta el momento lo ha logrado con relativo éxito.
El gobierno publicita sus logros aunque el sentimiento popular es poco esperanzador; las estadísticas muestran un país que no existe. La violencia a todo nivel, que genera el desempleo es notoria. Mucha gente no tiene conciencia real de las implicaciones y alcances de la Constitución aprobada, pero votó por el 'SI', por su afinidad con el mandatario; por mantener la esperanza de que la situación pueda mejorar; por que exista la remota posibilidad de pensar, creer y soñar de que 'el país ya es de todos'.