Vuelo dominguero

"El piloto es quien comanda el avión y es responsable de todo lo que pasa; sí por su causa existe un percance, deberá pagar los daños ocasionados"; nos comentaba Carlos Cordoba, a mi y a un grupo de curiosos que mirábamos con atención como preparaba el vuelo de su súper rápido 'F 27 low striker', un jet a control remoto, que en instantes sobrevolaría el parque de La Carolina.
A pesar de que Carlos ha tenido temporadas lejos de sus aviones, él es un aeromodelista de toda la vida. Cuando no ha podido volar sus modelos a control remoto, se ha conformado armando aviones a escala; algunos de sus modelos armados, han visto la luz después de meses. Y es que para quienes practican el aeromodelismo este es un pasatiempo apasionante.
La historia del earomodelismo es la historia de la aviación; refleja la motivación humana por alcanzar el cielo. Se remonta al tercer siglo antes de cristo, cuando Arquitas de Tarento (filósofo y político griego, pitagórico, amigo de Platón), creó su 'paloma voladora'. Desde allí muchos han sido los intentos por dominar las alturas, pero no fue sino hasta 1870, año en el que Alphonse Pénaud, voló un monoplano de su invención llamado 'planophore' (mediante tiras de caucho torcido), cuando el aeromodelismo inició una historia diferente a la de la aeronáutica.
Después de los vuelos a base de tiras de caucho retorcido, los ensayos para motorizar los diminutos aviones son incontables; utilizando motores a vapor, de combustión, hasta los eléctricos. Otro aspecto fundamental en el modelismo son los radio controles, introducidos por Walter Good a finales de los 30's del siglo pasado; hoy en día, gracias al avance tecnológico existen equipos de radio control más eficaces, funcionales y livianos, que el utilizado por Good en aquellos años, que requería -entre otros detalles- 1 kilogramo de pilas.
Carlos dedica un poco menos de una hora diaria, al ensamblado y mantenimiento de sus aviones y es el domingo temprano en la mañana cuando, en compañía de su hijo, los vuela en La Carolina; él sabe que existen otros espacios donde practicar su afición, pero prefiere hacerlo en el parque para promocionar este pasatiempo.
El valor de un avión con sus aditamentos básicos, listo para volar, puede oscilar entre 200 y más de mil dólares; por este motivo Carlos, brinda guía a quienes lleguen al parque y se estén iniciando en el aeromodelismo, para evitar que estropeen sus aviones en el primer vuelo y se desilusionen de este vibrante entretenimiento.
Al despedirme, Carlos y su hijo recogen un 'slow stick' que aterrizó sin percances después de un vuelo de exhibición.