El tambor suena con monotonía y el rondador emite una tonada lastimera. El chacarero, sombrero de fieltro, poncho de lana, zamarro piel de oveja y botas de puntera gastada; arrea el ganado serro abajo, montado en un caballo de poca monta; mientras el sol se oculta tras la montaña y el frío del páramo cala los huesos.
Esta cada vez más rara escena andina, gráfica de alguna manera nuestra cercanía con la tierra, con la gente que allí habita, con sus costumbres y tradiciones. Una bomba de Luis Valencia, es más contundente: "la manada bajando del cerro; con el toro barroso adelante; ya regresa a la hacienda, y el perro; va cuidando el rebaño adelante; correo toro, si señor; corre toro, si señor".
Aunque para los urbanos sea lejano este entorno, para la gente del campo este cotidiano pasaje le da vida. En la ciudad, por ejemplo, acostumbramos a comer una hamburguesa, o una carne apanada; sin el menor reparo de los chagras que con esmero cuidan su ganado y menos del 'animalito' que nos proporciona el proteínico manjar.
Las reses llevan una historia hermanada a la de la humanidad; han generado y generan un cúmulo de emociones y sentimientos, a veces encontrados. Los toros han sido objeto de culto religioso, de temor fruediano; han simbolizado la prosperidad y la fuerza. Los toros han ocupado sitios estelares en civilizaciones antiguas como la griega en donde tenían lugar las taurocatapsias en donde los jinetes corrían tras las reses hasta cansarlas y luego las tomaban por las astas y las derribaban; o la romana, en la que hombres armados con un escudo y una espada se enfrentaban a embravecidos toros; o la egipcia en donde Apis (buey sagrado), era el portavoz del Dios creador Path.
El arte rupestre también refleja nuestra conexión con los toros; en Cantabria, el sur de Francia y en casi toda la Iberia, se conservan trazos de toros; seguramente mágicos intentos de aquellos tiempos y aquella gente, en donde doblegar las adversidades, implicaba vencer astadas bestias, para obtener carne, lácteos y protección con su piel.
La importancia de estos dóciles y fieros animales está más allá de nuestra vida terrenal; han sido tomados en cuenta tanto por el horóscopo chino, como por el zodiaco; marcando la personalidad de mucha gente, con algunos de sus atributos como el de la paciencia, la seguridad, la ferocidad, la fortaleza.
Volviendo a nuestro medio, el ganado vacuno es de gran importancia para nuestro imaginario. Corre toro, si señor; corre toro, si señor. Los toros ayudan a trabajar la tierra (arados); alegran el corazón (vaca loca); comparten la fiesta (toros de pueblo); por eso demandan una mirada más profunda, una reflexión pausada.
La chacra vuelve a tomar su color, un nuevo día amanece en los andes; el ganado retornará a las alturas y aunque este imagen vuelva a repetirse sin fin; para mí, los toros, nunca serán igual.